El Príncipe Arthas Menethil es el hijo del rey Terenas Menethil II, y nació durante la Segunda Guerra. El príncipe creció en una época en que las tierras de Azeroth estaban asolada por guerra, la Alianza se desmenuzaba, y nubes oscuras asomaban en el horizonte. En su juventud, Arthas fue entrenado en combate por Muradin Bronzebeard, el hermano del rey de Ironforge, Magni Bronzebeard, que le hizo guerrero nato. Bajo de la tutela de Uther Lightbringer, Arthas fue alistado en la Orden de la Mano de Plata a la edad de 19 años. A pesar de su comportamiento impetuoso y testarudo, Uther acogió bien al guerrero.
Pero, cuando Arthas ya estaba en una edad avanzada, llegaron rumores de que una plaga se extendía por el norte. El rey Menethil II, también padre de Arthas, decidió enviar sus dos mejores paladines para que inspeccionaran la zona en busca de cualquier indicio de que esta plaga fuera verdad.
Arthas y Uther, lucharon contra unas partidas de guerreros del clan Blackrock. Hasta qué, Uther fue enviado a otra misión, y se le asigno la misión a Arthas solo.
Antonidas, archimalo del Kirin-Tor y líder de Dalaran, decidió enviar a su discipula Jaina Proudmoore, para que ayudara al joven paladín.
Jaina y Arthas encontraron un ejército de no-muertos y un granero infestado. Allí, conocieron al nigromante Kel’Thuzad en la ciudad de Brill y lo siguieron a Andorhal. Kel’Thuzad ya había infectado el grano almacenado en Andorhal y lo había enviado hacia las aldeas periféricas. Antes de que Arthas le matará, habló con Mal’Ganis, un Nathrezim que conducía el Azote. Jaina y Arthas viajaron al norte para enfrentarse con Mal’Ganis en Stratholme.
Arthas, ya consciente de que la plaga no asesinaba a su gente, si no los convertía en esclavos del Rey Lich, y les convertía en no-muertos, en su llegada a Stratholme, decidió purgar la cuidad en vez de intentar salvar a los ciudadanos de la ciudad.
Pero entonces, llegó Uther, el maestro de Arthas, y le dijo a Arthas que parara la carnicería antes de que empezará. Arthas, que ya estaba decidido y harto de que todo el mundo le diera consejos, y con ansia de venganza, decidió arrebatarle todos los derechos como paladín a Uther, y le quito cualquier rango o soldado que le quedaba. Entonces fue cuando Jaina, que sabía que Arthas no se echaría atrás, decidió abandonar, con Uther y sus seguidores, dejando a Arthas con únicamente sus más leales guerreros.
Cuando la ciudad ya estaba en llamas y completamente destruida, Arthas se encontró frente a frente con Mal’Ganis, el Nathrezim. Este último, le dijo a Arthas que sabía que quería venganza, pero que en Lordaeron no la encontraría. Qué tendría que viajar a Northrend, a la tierra de los muertos vivientes, si en realidad quería matarle. Y desapareció.
Arthas ya había tomado una decisión, y con la escusa de que quería lo mejor para su pueblo, marchó con una tropa aún más diezmada a Northrend.
Allí, encontró a Murandin Bronzebeard y a sus enanos. Una expedición enviada hace años que no se sabía nada sobre ellos. Estos enanos se unieron a las fuerzas de Arthas, y le prometieron ayudarle a matar a Mal’ganis.
Pero para la desgracia de los humanos y enanos, se vieron rodeados por una fuerza gigante de muertos vivientes enviados por el propio Mal’Ganis para eliminar a Arthas y a sus seguidores.
Muradin le había comentado a Arthas la existencia de una espada legendaria llamada Frostmourne. Y Arthas desesperado, decidió buscarla como última esperanza. Muradin y Arthas se lanzaron en busca de la espada, dejando a la ciudad bajo asedio, a su espera.
Una vez la encontraron, Arthas le rogó a la espada que saliera del bloque de hielo, que cualquier sacrificio sería tomado, y nada mas decirlo, Muradin cayó desplomado, muerto en el suelo.
Arthas logró limpiar a cualquier muerto viviente restante en su ciudadela, y se lanzó al ataque en busca de Mal’ganis.
Cuando Arthas ya tenía a Mal’Ganis tendido en el suelo, le recordó que había jurado matarlo, y así había cumplido.
Con la Frostmourne en mano, Arthas volvió a Lordaeron triunfante, pero para sorpresa de todos, asesinó a su padre…
Arthas huyó de palacio y a partir de ahí no se le vio por semanas, reapareciendo en la aldea de Vandermar para hacerle una oferta a su nuevo amo, el rey Lich. Allí, se encontró con Tichondrius, un Señor de la Muerte como Mal’Ganis. Pensando que el Señor de la Muerte estaba por venganza, Arthas dijo que él no sentía remordimiento de sus acciones, pero Tichondrius no le culpo, le explicó que la espada, que él tenía fue forjada por el rey Lich, y fue diseñada para robar almas, y que Arthas era simplemente el primero que la pidió. Arthas organizó a los miembros del Culto de los Malditos que se ocultaban en Vandermar, y ayudado por sus capacidades mágicas viajó a Andorhal donde recuperaría el cadáver de Kel’Thuzad. Arthas mató al Paladín que guardaba la cripta, Gavinrad el Calamitoso, y se hizo los restos del nigromante. Esto trajo al fantasma de Kel’Thuzad , y le aconsejó secretamente a Arthas que no confiara en los Señores de la Muerte.
Los restos de Kel’Thuzad descompuestos necesitaban ser llevados al pozo solar en Quel’Thalas donde se restablecerá y se levantaría como no-muerto. Tichondrius envió a Arthas para recuperar una urna mágica, que se podría utilizar para transportar los restos de Kel’Thuzad. Sin embargo, la urna estaba custodiada por los Caballeros de la Mano de Plata. Arthas mató a los dos paladines, Ballador the Briglight y Sage Truthbearer, y ambos condenaron la traición de Arthas. Siguiendo el camino se encontró con Uther the Lightbringer otra vez, que - horrorizado - explicó a Arthas que la urna tenia las cenizas de su padre, el Rey Terenas.
Arthas asesinó a su mentor y agarró la urna. Abandonando los restos de su padre, los substituyó por los de Kel’Thuzad, y comenzó el largo viaje a Quel’Thalas. La dura resistencia de los elfos a Arthas, fue dirigida por Sylvanas Windrunner. Conduciendo sus fuerzas con del Azote, animó constantemente a su gente para que entraran y destruyeran Silvermoon. Sylvanas intentó advertir a los elfos del ataque de la capital por parte del Azote, pero Arthas destruyó los bosquess y mató a Sylvanas. Para hacerla pagar por su insolencia, le corrompió el espíritu, transformándola en una Banshee y esclavizándola a la voluntad del rey de Lich, forzándola a matar a su propia gente.
Con Silvermoon aniquilado, Arthas utilizo el Pozo Solar para traer a Kel’Thuzad de nuevo a la vida como Lich. Mientras que ambos viajaban a Alterac, Kel’Thuzad le explicó completamente los planes de la “Segunda Invasión” que tenia planeada el Rey Lich y el Azote. Kel’Thuzad viajó a Alterac para destruir a un clan orco había tomado control de una puerta demoníaca, que Kel’Thuzad utilizaría para hablar al señor Archimonde. El Azote destruyó a los orcos, y después de que Kel’Thuzad recibiera órdenes de Archimonde, sellaron a los magos de la ciudad de Dalaran.
Archimonde les mandó adquirir el libro de hechizos de Medivh, que permitiría que Kel’Thuzad convocará a Archimonde en Azeroth. A pesar de los esfuerzos valerosos del Kirin Tor por rechazar la invasión, el Azote atravesó las defensas y conjuros mágicos, matados al Archimago Antonidas y obteniendo el libro de Medivh. Arthas y sus tropas rechazaron el contraataque de los magos mientras que Kel’Thuzad invocó al Señor de la Muerte. Cuando llegó Archimonde, proclamó que el Rey Lich no era necesario para el Azote, y Tichondrius fue colocado como Comandante del Azote. Arthas estaba preocupado pero se fue con Kel’Thuzad, el Liche le dijo que iba todo como el Rey Lich había previsto.
Ambos desaparecieron y Archimonde tomó su venganza con la ciudad, destruyendo Dalaran con un solo ritual de gran poder. Arthas seguía siguiente y fue visto varios meses después en Kalimdor, donde Tichondrius empleaba la energía arcana del cráneo de Gul’dan. Arthas contó al recien liberado cazador de demonios Illidan obtener magia del cráneo para si, con lo cual él podría destruir a Tichondrius. Illidan acordó su plan, y Arthas desapareció otra vez.
Archimonde dejó un trío de Señores de la Muerte en los jardines arruinados del palacio de Lordaeron para asegurarse de que seguía teniendo a la nación bajo control y para controlar a los servidores del astuto Ner’zhul. Cuando asesinaron al Señor de la Muerte, no estaba originalmente bajo sus órdenes. Esto cambió meses después, cuando Arthas volvió para reclamar su trono. Él amenazó los Señores de la Muerte, que huyeron inmediatamente, y después llamó a Sylvanas y Kel’Thuzad a su lado.
Juntos asesinaron a los refugiados humanos restantes, y fueron conducidos por los paladines Dagren el Mataorcos, Halahk el Lifebringer y el Magroth el defensor. Sin embargo, durante la batalla, Arthas tenía un dolor agudo, y sentía al rey Lich hablándole en voz alta. A pesar de sus disminuidos poderes, Arthas luchó hasta que mataron a todos los seres humanos restantes. Poco hizo Arthas sabiendo que los poderes del rey Lich habían disminuido hata tal punto que Sylvanas no estaba bajo su control. En secreto, ella asistió a una reunión con los tres Señores de la muerte, que que les dijo que los poderes del rey de Lich disminuían, y así su venganza seria llevada a cabo.
Arthas fue emboscado en la capital, y fue forzado a legitimar el poder de los Señores de la Muerte y a luchar con sus tropas, en la que se incluyero la abominación Bloodfeast. Antes de que él llegara a los límites de ciudad, un grupo de banshees salió en su encuentro, que le dijeron que Sylvanas las había enviado para llevarlo lejos. Sin embargo, cuando se acerco a un claro en el bosque, Arthas fue atacado por Sylvanas, que le tiró una flecha paralizadora. Pero lo gritos mentales del rey Lich perforaban la mente de Arthas - le dijeron que volviera a Northrend, porque había fuerzas que trabajaban para destruir el trono helado. Inmediatamente, Arthas preparó su viaje a Northrend, dejando a Kel’Thuzad detrás en Lordaeron.
Tres semanas después, Arthas llego a la costa de Northrend, pero se encontró con el ataque de los elfos de sangre conducidos por Kael’thas, hambriento de venganza por la destrucción de su reino. Arthas fue salvado por Anub’Arak, el rey anterior de Azjol-Nerub. Kael advirtió que aunque la fuerza de exploración preliminar pudo haber caído, no derrotarían a su ejército principal tan fácilmente. Arthas se preocupó porque podría tener razón, y que nunca alcanzarían la Corona de Hielo antes que Illidan, solamente Anub’arak pensó diferente. Él sugirió que se internaran en el reino de Azjol-Nerub. Viendo que no tenían otra opción, Arthas acepto.
Anub’arak sugirió atacar a Sapphiron, un antiguo dragón azul y criado de Malygos, y conseguir los tesoros del dragón. No sólo mataron al dragón, si no que Arthas utilizó los poderes que le quedaban para transformar a Sapphiron en un wyrm de hielo. Cuando llegaron Azjol-Nerub, Arthas se encontró con los enanos de Muradin que habían permanecido allí desde su líder murió. Ahora, Baelgun los conducía. Arthas no sólo luchó contra los enanos de Baelgun, también contra los supervivientes de los Nerubian, pues se introdujo en el Reino de la Araña. La ayuda de Anub’arak era inestimable, pues él evitó muchas trampas que le habrían cortado paso a Arthas.
Cuando Arthas hizo frente a Baelgun, el enano advirtió que la tierra se movía debido a un mal antiguo que había debajo del reino. Mientras que Arthas y Anub’arak entraron en lo más profundo del reino, ese mal llegó a ser evidente - los Faceless, una raza viciosa pensada para existir solamente en leyenda. Arthas y Anub’arak obtuvieron la victoria olvidado el increíble poder.
Llegaron al reino superior, un terremoto derrumbó parte del paso que habian utilizado separando a Anub’arak de Arthas. El rey tuvo que confiar en sus ingenios para atravesar varias trampas explosivas camufladas que le desalentaban antes de que Anub’arak llegará a Arthas. Mientras que salían de Nerub, el Rey Lich entró en contacto con Arthas de nuevo y le explicó que él perdía su su poder porque el trono congelado había sido agrietado, y su magia se filtraba por la grieta. Los poderes de Ner’zhul volvieron a llenar a Arthas sabiendo que él los necesitaría en la próxima batalla. Cuando finalmente alcanzaron la superficie tuvieron que luchar inmediatamente con las fuerzas de Illidan.
Los nagas de Lady Vashj y los elfos de sangre de Kael’Thas estaban allí luchando con los muertos de Arthas. Arthas, con la ayuda de Anub’arak, luchó al lado de sus fuerzas y activó todos los obeliscos mágicos de Icecrown, abriendo las puertas al trono congelado. Sin embargo, Illidan lo esperaba.
Después de una batalla corta pero intensa, Illidan se descuido y Arthas se aprovechó de esa falta, hiriéndolo en el pecho al cazador de demonios con Frostmourne. Illidan se derrumbó en la nieve, y Arthas se fue hacia las puertas del Trono de Hielo.
Arthas entró en el glaciar hueco, corrió hacia lo alto por las escaleras, hacia su destino. Las voces de los que él había abandonado y traicionado inundaban su mente. Oyó a Muradin Bronzebeard, Uther the Lightbringer y Jaina Proudmoore hablándole en voz alta, con todo no hizo caso, y continuo su subida. Finalmente, alcanzó el pináculo. En lo más alto había una armadura encadenada a un trono espléndido dentro de un gran bloque de hielo desquebrajado. Ahora solamente una voz le habló - el susurro áspero de Ner’zhul - ¡regresa la espada… termina el círculo… libérame de esta prisión! Con un gran grito Arthas rompió con Frostmourne la prisión helada del Rey Lich, el trono congelado estalló, y los cascos del cristal se dispersaron por el suelo.
Con el yelmo de Ner’zhul a sus pies, Arthas se inclinó, lo cogió y se lo coloco en su cabeza. “Ahora,” la voz de Ner’zhul repitió dentro de su mente, “¡nosotros somos uno!” En aquel momento, los espíritus de Ner’zhul y de Arthas se fundieron en un solo ser poderoso, como el Rey Lich había planeado siempre. Arthas como uno solo había dejado de existir, ahora era una de las mitades de la entidad más poderosas de Azeroth. La pared externa de La corona Helada cayó lejos, y solamente el pináculo permanecía. El Rey Lich se sentó silenciosamente sobre el trono roto, miró fijamente hacia enfrente a su nuevo reino, aún como estatua, y esperó…